El Templo del adiós II
Pasaron varias semanas y Clarissa diario tomaban doble rutina para cuidar de su tío, que como el medico había advertido no tenía mejoras, pero al menos el día de ayer había despertado. La chica estaba recargada en un sillón de cuero negro, cruzada de brazos y con los ojos entrecerrados que la vencían de sueño.
-Clari- escucho una voz que se podía perder claramente entre el faramullo del hospital, pues era débil, sin fuerzas, sin esperanza.
La chica abrió los ojos, se paró y se sentó en la cama donde estaba su tío.
-Mi niña- sonrió este al verla y pasando su mano por su cara dulcemente, y sin darse cuenta de la lagrima que dejo escapar- Mi niña, mis fuerzas se esfuman, sabes?, pronto tendré que irme, pero antes quiero despedirme-
-Calla tío- dijo la chica mientras los ojos se le ponían vidriosos y tomaba con fuerza la mano de su tío donde tenía insertada una lanceta con suero, como si esta acción le ayudara a jalar a su alma nuevamente a la vida y evitar que se le esfumara – Todo estará bien, tu saldrás triunfante- decía entre lágrimas esperanzadas la chica.
-No mi niña, esta vez creo que no será así- contesto su tío con la voz entrecortada y entre lágrimas.
-No puedes dejarme, aun te necesito- protesto la chica gimoteando.
-No mi niña, esta vez es diferente, y antes de partir quisiera hablar contigo-
La joven permaneció en silencio y gimoteando.
-Mi dulce Tonanci (que quiere decir mi niña la más pequeñita y hermosa de todas) –sonrió su tío- Creo que ya mereces saber la verdad de tu mama- dijo este mientras le daba de golpecitos con la mano derecha sobre la mano que mantenía la chica sobre la cama.
-Cual verdad?- pregunto la joven verdaderamente sorprendida y con los ojos sumamente expresivos lo miro
-Mi niña – este hizo una pausa, tomo aire y continuo- Tu madre no huyo porque no podía contigo, se fue porque era una drogadicta, tu padre era igual. Todo el tiempo ambos peleaban y justamente cuando llegaron a amenazas severas la patria potestad recayó sobre mí, Tu mi tonanci, tenías una hermanita menor que tú, su nombre es Aurora a lo que recuerdo, era una bebe- sonríe y continua narrando con la voz un poco quebrantada – al saber que la perseguían las autoridades tu madre huyo, y se la llevo con ella, nadie sabe su paradero, a lo que creo y pienso es que si ha vivido todo este tiempo bajo su cuidado, debe de estar en algún alberge- este hizo una pequeña pausa invadido por una tos brusca- Mi tonanci, perdóname por no habértelo dicho, pero quise ablandar un poco el dolor que llevabas de los duros recuerdos de tu infancia- este dejo caer nuevamente el llanto, pero este cada vez se escuchaba más apagado, su vida se estaba consumiendo.
-No te preocupes tío- dijo la chica lloriqueando aun con más dolor, al saber lo de su hermana y al ver el estado tan deplorable de su tío- Te quiero mucho y are todo lo posible por encontrar a Aurora, pero…¡No me dejes! ¡Te necesito!- chillo aún más abalanzándose contra el para acurrucarse una vez más en sus brazos.
-Hazme sentir orgulloso mi bella muñequita, y se lo que más quieres… una gran violinista de la gran orquesta internacional de bellas artes- este sonrió mientras su vida se extinguía poco a poco, hasta que esta termino.
-¡No tío, Nooooo, por favor noooo!- grito con dolor la chica al saber que la esperanza había muerto junto con su tío. – No te preocupes por nada- dijo entre sollozos de dolor la chica- Duerme…duerme.-
*Muchas gracias por seguir leyendo